Te deseo lo mejor.
Un espacio de lectura y reflexión sobre Gestión Empresarial y Liderazgo. Y si quieres todavía más… todos los JUEVES a las 16:20 (GMT+1), en CAPITAL RADIO, mi sección "QUIERO SER UN BUEN JEFE"
Publicado originalmente en el blog de IEBS – Innovation & Entrepreneurship Business School
¿Por qué callas cuando tienes algo que decir? ¿Te has visto a ti mismo callado cuando se te ha pedido una opinión? ¿Te has ocultado tras el parapeto invisible del grupo? ¿Realmente ya te estaba bien unirte a la opinión mayoritaria o a lo que opinase el miembro más parlanchín del grupo o a la de aquél al que atribuyes mayor criterio? ¿O por el contrario tenías algo que decir? ¿Querías matizar o confrontar o aportar algún argumento a favor o en contra, y sin embargo decidiste callar?
Te suena esto que te digo, ¿verdad? Lo vives con mucha frecuencia: en tu comunidad de vecinos, en la reunión del colegio de tus hijos, en aquella conferencia, en aquel curso. Incluso cuando no es opinión lo que se te pide sino simplemente asentir o negar cuando el ponente quiere saber si estás entendiendo sus argumentos o si tienes alguna duda. Hasta en estos insignificantes momentos te quedas inmóvil y callado. Antepones tus vergüenzas, tu miedo al qué dirán, tu falta de coraje. En el ejemplo del ponente, antepones tu miedo irreal a la empatía con quien te pregunta. Dejas de ser un ‘ser social’ y te conviertes en un ‘ser caracol’, encerrado en su concha.
Es como si quisieras vivir sin ser apercibido, como si desearas la invisibilidad. Tú eliges. Pero tienes que ser consciente de las consecuencias de tu elección: la irrelevancia. Si tú, lector/a o alumno/a de la escuela de negocios IEBS, quieres comenzar una carrera de emprendedor o formarte para aportar lo mejor de ti en el mundo de la empresa, no vas por buen camino. Lo que te hace diferente te hace rentable. Si no te diferencias -es decir, si no opinas- te espera la invisibilidad. Si tienes algo que decir, dilo! No importa que vayas contracorriente -¿quién dice que la ‘corriente’ es lo correcto?-. Lo que importa es que aportes un criterio, el tuyo. Y para aportarlo hay que verbalizarlo. ¿Dices que te labrarás detractores? Sí, probablemente. ¿Y dónde está el problema? Te deben importar mucho más los seguidores. Y mucho más aún debe importarte que te construyas una imagen personal donde tu opinión sea escuchada y respetada, con independencia de a cuántos les guste y a cuántos no. Piensa en alguien a quien admires y que escuches con frecuencia. ¿Estás de acuerdo con todo lo que plantea? Probablemente no, pero aun así te tomas la molestia de escucharlo porque le otorgas criterio propio.
No confundas ‘tener opinión’ con ‘abrir la boca’. La segunda es un acto mecánico que no requiere necesariamente de coherencia, ni de solidez argumental, ni siquiera de raciocinio. La primera implica un proceso elaborado de comprensión y estructuración de una idea.
De la misma forma, no todas las opiniones tienen el mismo valor. Sé que no es políticamente correcto decir tal cosa. Te daré mis argumentos, y luego tú decides si te convencen o no. Fíjate que cuando sabes mucho sobre algo –ya sea por haberlo estudiado en profundidad o por haber tenido amplia experiencia en ello- tu discurso es más seguro y contiene mucho de racional, de datos, de empirismo. Sin embargo, cuando tus conocimientos sobre un tema son superficiales, tiendes a completar las zonas desconocidas con creencias, pensamientos, incluso con ideología. No hay mala fe en ello, sino simplemente ‘atrevimiento’ por desconocimiento. Por eso la opinión de un amigo arquitecto sobre la influencia de los descubrimientos de la biología molecular en los avances sociales tendrá mucho menos peso que el de un amigo químico que se pasa el día experimentando en un laboratorio (incluso aunque la especialidad de este último no sea la biología molecular). Es lo que se conoce como opinión autorizada. Quién sabe… Quizás mi amigo arquitecto es un visionario cuyas ideas sobre ese tema son más acertadas que las del químico. Pero su opinión será considerada menos docta. Corolario: aplícate humildad, sé asertivo sobre aquello que conoces, y no seas tan rotundo sobre las meras especulaciones con fundamento débil. Y a partir de ahí, da tu opinión!
¿Por qué no nos atrevemos a expresar nuestra opinión? Lo difícil es diferenciar causas reales y pretextos/excusas. Intentaré recoger aquí unas y otras:
Me atrevo a condensar en una sola las ventajas de expresar tu opinión: conseguir un mayor respeto de tu entorno. Con el tiempo se te escuchará cada vez más, porque el respeto proviene de la capacidad de estructurar una opinión, se esté a favor de ella o no. Y estoy seguro de que, o estás capacitado para ello, o te puedes mejorar para estarlo.
Piensa en la cantidad de derivadas que tiene esta ventaja: afianzar un buen posicionamiento profesional para llamar la atención de inversores, centrar la mirada en ti como candidato a acceder a puestos de mayor relevancia, ganar ascendiente en tu entorno profesional o personal,… Y la más importante de todas: ganarte tu propio respeto.
Te deseo lo mejor.
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