Un espacio de lectura y reflexión sobre Gestión Empresarial y Liderazgo. Y si quieres todavía más… todos los JUEVES a las 16:20 (GMT+1), en CAPITAL RADIO, mi sección "QUIERO SER UN BUEN JEFE"
¿Detectas falta de ambición a tu alrededor? ¿O quizá en ti? ¿Es eso bueno o malo? ¿Es buena o mala, la ambición?
Yo sí detecto falta de ambición, y mucha. Y preocupante. Llegué a pensar que no era que nos faltase, sino que nos daba vergüenza admitir que éramos ambiciosos. Pero no. He llegado a la conclusión de que es una carencia real.
En términos generales, a los 20 y a los 30 años la máxima aspiración laboral es la de ser funcionario; a los 40, marcar en el calendario los días festivos y los que hay fútbol, para así poder organizar nuestra agenda entorno a ellos; a los 50, buscar la fórmula para poder prejubilarnos.
La más preocupante de estas etapas es la de los 20 y los 30, porque marca las sucesivas décadas como una huella indeleble. Recuerdo una anécdota en la que un profesor universitario preguntó a sus alumnos de primer curso que cuántos de ellos aspiraban a ser funcionarios. El 90% del aula alzó el brazo. El profesor, estupefacto, afirmó: ‘Entonces no entiendo qué hacen ustedes aquí’.
En definitiva, nuestra realidad sociológica es la de una población ‘afuncionariada’. Utilizo el término en su acepción popular, sin menosprecio alguno a los muchos y buenos funcionarios que existen. No es malo ser funcionario. Lo que es malo es el trasfondo de ese deseo. Es decir: buscamos acomodarnos con un salario medio o medio-bajo, donde nadie nos exija trabajar por la excelencia, donde no estemos obligados a mantenernos formados ni al día, donde no tengamos que rendir cuentas por trabajar bien o menos bien, y donde sea extremadamente difícil que nos despidan por muy mal que lo hagamos.
Esta realidad refleja una mayoritaria y preocupante FALTA DE AMBICIÓN.
Dejémonos de pudores y de falsas apariencias. La ambición tiene que ver con el sentido de propósito, con tener un objetivo, más o menos consciente, más o menos explicitado, más o menos concreto. En las culturas de tradición afiliativa como la nuestra, es decir, que buscan la aprobación del colectivo para sentirse queridos, la palabra ambición tiene connotaciones negativas. Lo asociamos a llegar al destino pisando a los demás, a que el fin justifica los medios, al juego sucio y a la corrupción.
Y el diccionario no colabora demasiado en eliminar esa pátina negativa. Según el de la RAE, ambición es deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama. Y no contempla más acepciones. En los países anglosajones, ambition tiene varias acepciones, dependiendo del diccionario elegido, que se resumen en tres: 1. strong desire for success, achievement, or distinction ; 2. something so desired, goal, aim ; 3. A desire to do things and be active. Es decir, una primera que es la más parecida a la nuestra aunque bastante más suave y sin carga peyorativa, y dos más que se refieren al espíritu de superación y a sentirse activo. Tanto es así, que te recomiendo que si quieres encontrar trabajo en un país de raíz anglosajona o hacer negocios con ellos, ante la pregunta de si eres ambicioso, que la suelen hacer, respondas sin pestañear que sí. ‘Alguien que no demuestre ambición no va a luchar por convertir mi empresa en la mejor’, piensan ellos acertadamente. Le conceden mucha importancia. No encuentran conflictos con la ética como nosotros, porque no los tiene: una cosa es ser ambicioso y otra un trepa.
Piénsalo: si tuvieras que contratar a alguien para un proyecto o negocio donde has invertido tu pasión, tu tiempo y tu dinero, ¿contratarías a quien mantiene una actitud pusilánime ante la pregunta de si es ambicioso o ambiciosa, o por el contrario a quien te manifiesta rotundamente y con brillo en los ojos que sí, que tiene ambición? Yo no tendría duda alguna: quien tiene ambición tiene espíritu de superación, y por tanto contribuirá a que mejore lo que hay a su alrededor. Querrá sentir como suyo ese logro y se esforzará. He conocido en mi vida a muchas personas así, ambiciosas en sentido anglosajón, grandes profesionales, para los que el respeto y la ética son los pilares que sustentan toda actividad.
La ambición no solamente es deseable, sino que es necesaria. Seamos ambiciosos y proclamémoslo. Solo desde la ambición es posible aspirar a la excelencia. Pensemos en todo aquello que hoy existe gracias a que hubo y hay personas ambiciosas. ¿Qué es lo que convierte a un deportista de élite en lo que es? Su ambición; si careciese de ella no buscaría superarse y alcanzar cada vez metas más elevadas. ¿Por qué existen los avances médicos? Porque grandes investigadores han dedicado su vida a mejorar la salud; da igual si lo hacían por vanidad o por amor al ser humano; ambos reflejan una ambición por mejorar. ¿Por qué podemos gozar de fantásticas obras literarias, cinematográficas o musicales? Porque los artistas ambicionan hacer algo especial, pasar a la posteridad, hacer algo que llegue al corazón o a la razón de su público. ¿Por qué las empresas desarrollan nuevos y mejores productos y servicios? Porque ambicionan ser mejores que su competencia y vender más. Y todos salimos beneficiados de ello.
La ambición es el motor de la evolución social, política y económica. Reivindico su praxis responsable, con juego limpio. Nada que ver con su falta de límites o su uso irresponsable, corrupto o despótico. Respetemos la regla básica de la convivencia, aquélla que afirma que mi libertad acaba donde comienza la del otro. Desde ahí, seamos ambiciosos y no tengamos pudor en reconocerlo.
Te propongo que te inocules el virus de la AMBICIÓN profesional siguiendo estos sencillos pasos:
Te deseo lo mejor.
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Daniel Sánchez Reina
Buenas tardes. ¿Crees que nos falta ambición o más bien es que esa ambición esta limitada por las circunstancias que se están viviendo o está viviendo la sociedad? Saludos.
Hola Begoña. Una cosa es la ambición, otra las expectativas, y otra las posibilidades. Hemos de adecuar la ambición a las otras dos para aplicar realismo a la vida profesional. Aunque el espacio para la ambición sea pequeño, tenemos que encontrarlo para sentirnos plenos. No podemos permitirnos ser zombis profesionales. Quizás una formación adicional, quizás un cambio de empresa, quizás un cambio de orientaciónn laboral… hay que ir caminando hacia nuestra ambición! Gracias por tu comentario.
Gracias por la respuesta. Feliz fin de semana.
Te paso el enlace a un artículo donde hablo precisamente de expectativas y posibilidades: http://www.cateconomica.com/Articulo/Meritocracia-versus-igualitarismo , por si te interesa leerlo.
Un saludo.
Daniel
Gracias Daniel en cuánto pueda le echaré un ojo. Un saludo.
Muy de acuerdo! Uno de los problemas que surge es que a veces en el mismo»ecosistema» conviven personas que ambicionan mejorar con otras con ese espirítu de no evolución. Las segundas, muchas veces, hacen todo lo posible para intoxicar a las que quieren mejorar porque temen los cambios y no soportan la idea de salir de la mediocridad fácil y asequible. Llegan a hacerles la vida imposible porque marcan territorio y evitan la evolución a toda costa. Y el miedo se contagia, la mediocridad también…
Gracias 🙂