LIDERAGORA.net | El blog de Daniel Sánchez Reina

Un espacio de lectura y reflexión sobre Gestión Empresarial y Liderazgo. Y si quieres todavía más… todos los JUEVES a las 16:20 (GMT+1), en CAPITAL RADIO, mi sección "QUIERO SER UN BUEN JEFE"

La maldición del directivo científico

directivo científico

Todos somos cautivos de nuestra estructura mental. A cualquier directivo, como a cualquier persona, su estructura mental le juega malas pasadas en determinadas situaciones. Hoy me centraré en el directivo con mente científica. Se da con frecuencia entre aquellos que estudiaron una carrera científica o una ingeniería. Es decir, que aplican el método científico antes de sacar conclusiones. Por tanto, su tendencia natural es, en este orden: observar, formular hipótesis, experimentar y concluir (emitir una teoría).

Podríamos pensar que este sistema es deseable que lo aplique todo directivo. Pues no, no lo es. El directivo científico necesita disponer de todos los datos para ser capaz de analizar una situación y tomar decisiones. En determinados contextos temporales, como por ejemplo en el análisis de una crisis, sí que es útil, pero como modus operandi es nefasto. El directivo no dispone de todo el tiempo del mundo ni de todos los datos del mundo para dedicarse a actuar como un científico.

Me gusta decir que dirigir es el arte de tomar decisiones contando con información parcial y superficial.

La maldición del directivo científico es la falta de pragmatismo. No está mentalmente preparado para quedarse a un nivel de conocimiento superficial, ni para renunciar a la búsqueda de teorías universales válidas en todas las situaciones posibles. En el liderazgo y en la gestión empresarial no hay recetas ni fórmulas. O lucha contra su estructura mental o conducirá a su departamento o empresa a la parálisis.

Sé muy bien de lo que hablo. Yo soy un directivo que proviene de una carrera científica y tuve que luchar contra mi tendencia natural. No es fácil. Afortunadamente me di cuenta con bastante rapidez, cuando percibí dos elementos:

  • estaba siendo cuello de botella para mi equipo y por tanto para mi empresa
  • mi microgestión conducía al equipo a la desmotivación

Algunos ejemplos de los efectos de un directivo que posee estructura mental de científico: necesita comprender al detalle los números que le trae la dirección financiera, robándole tiempo a ésta para navegar por los movimientos contables del mes y reconstruir la cuenta de resultados; si la dirección de marketing le presenta los resultados de un estudio mercadotécnico, querrá conocer los pormenores de la muestra analizada y los modelos de regresión matemática utilizados para generalizar las conclusiones; Si la dirección de supply chain le explica las razones que provocaron la demora en la última entrega a ese cliente tan importante, indagará hasta la saciedad en el proceso de aprovisionamiento de materiales, de fabricación, de almacenaje, de preparación, expedición y transporte de los pedidos. En resumen: gastará tiempo en replicar el trabajo que ya han hecho los profesionales que saben del asunto en cuestión –y mucho más tiempo, porque primero necesitará comprender la parte técnica-, y su equipo y compañeros se sentirán desautorizados y por tanto desmotivados. Es una pérdida de energía generalizada. Es frecuente que, con el tiempo, estos directivos que no han sabido desprenderse del manto científico acaben rodeados de profesionales que no mueven un dedo ni toman decisiones, ya que ¿qué motivación tienen para ser más autónomos? Ninguna, porque su jefe supervisa y rehace todo lo que hacen.

Cuando hay una crisis o bien un colaborador demuestra poca capacidad resolutiva en un tema concreto, está bien que el directivo se meta a fondo y profundice. Pero no por sistema, porque se quebrará la confianza de su equipo directivo.

El directivo científico es insoportable. Pero lo tiene relativamente fácil si quiere cambiar, porque su reto es tan solo uno: confiar.

Para conseguir confiar en su entorno, le recomiendo lo siguiente:

  • Trata a tu equipo como si confiases plenamente en ellos. La única manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando. Si todo lo supervisas, si haces micromanagement, el buen talento querrá irse porque ya lo haces todo tú. Los seres humanos en general, y los buenos profesionales en particular, necesitan sentirse útiles.
  • Deja de buscar el porqué y céntrate en el cómo. Es decir, si algo ha venido funcionando bien, acepta que funciona. Y de paso, acepta tu limitación de conocimiento y de tiempo para comprenderlo todo.
  • Piensa que como jefe eres la locomotora de un tren a vapor. Tu función es ir echando carbón en la caldera. Si no lo echas con la frecuencia e intensidad necesarias, la máquina se para y con ella todos los que van dentro de los vagones.

Liderar es apostar. Apostar por personas y apostar por decisiones, sin poseer el conocimiento profundo de todo lo que te rodea.

Te deseo lo mejor. Visita mi web

 

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Autor de El mentor (Ed. Almuzara).

Co-autor de El dilema del directivo (LID Editorial).

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Daniel Sánchez Reina

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Esta entrada fue publicada en septiembre 3, 2017 por en SomosBiz - Artículos y etiquetada con , , , .

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